domingo, 9 de diciembre de 2012

Un minuto: "Para Él"



Ya pasaron 4. Casi 5. Creo... Cuando el pasar de los años duele tanto, uno pierde la noción del tiempo. Uno olvida si es martes o miércoles. A uno se le confunde si estaba en Marzo o en Abril.
Pero a no confundirse. Si duele es porque estoy lejos. La felicidad no se ausentó de mi vida. Simplemente se mezcló con esta añoranza de mi hogar. A mi tierra. A mi casa.
Recuerdo sus perfumes. Recuerdo sus paisajes. Recuerdo sus caminos, y aunque la vida me alejó de ellos yo a veces siento que todavía los recorro.
Mis noches de aventuras. El frío del sur en mi cara a las 9 de la mañana. La brisita fresca de las tardes de verano. Y las constantes risas de mis momentos felices.
Mis 2, 3 o mil casitas nuevas. Los números no son lo mío. Sólo sé que todas supieron ser "mi hogar" durante el tiempo en el que me recibieron.
La sonrisa de mamá, los consejos de papá. Los juegos con mi perra. Y la nieve como paisaje.
Su aroma. Mi juventud. Y mis ganas de volar.
Parecía tan fácil. Lo nuevo es tan tentador, que olvidamos que lo viejo es lo nuestro. Es lo que nos enseñó a ser quienes somos, y a amar a quienes amamos. 
Yo volé. No me arrepiento. Pero nada puede ser perfecto, y la nostalgia a veces me consume en una mueca vacía.
Yo vuelvo, de vez en cuando. A mis paisajes, a mis aromas, a mi familia. Yo a veces sueño con ellos. Hoy, por ejemplo. Así que, ojalá, hoy mi despertador no suene. Quiero estar un ratito más allá. Quiero regresar sin viajar. Quiero abrazarme a él, para comprender que aunque no pise su suelo y respire su aire, él vive en mi y yo vivo en él.